Las empresas no han dedicado demasiado tiempo a reflexionar sobre cuál es la mejor organización para abordar los retos digitales. Y es normal que así suceda porque nunca ha hecho falta replantearse el entorno industrial en el que nos hemos movido. Quién se iba a poner a hacer grandes cambios si en esencia todo funcionaba bien.
Pero los cambios vertiginosos impulsados por la tecnología han cambiado tanto a los clientes como a los empleados, es decir, a todas las personas. Y nos encontramos de repente con que nuestra forma de operar parece inadecuada para abordar los retos del mercado. O como mínimo menos adecuada que la de unos nuevos competidores, hijos de la era digital, que operan esencialmente de manera diferente y efectiva.
Quizás haya llegado el momento de plantearnos tres preguntas respecto a nuestra organización que hacía mucho tiempo que no lo hacíamos:
- ¿Cómo trabajar?
- ¿Cómo organizarse?
- ¿Cómo liderar?
Estas tres preguntas definen el Diseño Organizacional y el saber responder adecuadamente a cada una de ellas podría definir no sólo una nueva ventaja competitiva sino el futuro de la empresa.
De hecho la propia velocidad del cambio ya define en parte el cómo trabajar: flexibilidad, rapidez, transparencia, etc.
Todo ello para adaptarse a las necesidades cambiantes de los clientes. Esto no sería posible sin una organización con menos jerarquías y con más trabajo por proyectos. Cómo si no articular iniciativas ante tanta incertidumbre.
Finalmente el estilo de liderazgo también debe cambiar de un liderazgo transaccional (dinero por trabajo) a una más transformacional donde el motor de los resultados no es otro que el compromise de los empleados con el proyecto empresarial.