Aristóteles se rebeló contra su maestro, Platón, aunque la mayor contienda la debió de librar consigo mismo, ya que padecía distemia y, aún así, defendía su Retórica -el punto de partida para cualquier persona que quiera dominar el arte de la persuasión- ante cualquier público.

Adaptaba el tono y la complejidad del discurso en cada caso y, sobre todo, sabía que para que su puesta en escena perdurase en la memoria colectiva tenía que llevar a cabo un gran trabajo de fondo. Por eso, superaba su defecto de serie ensayando hasta la extenuación.

Demóstenes, otro tartaja brillante, se metía piedras en la boca con un cuchillo para que su innato balbuceo no aguase su sueño de ser un gran orador. Fue uno de los más recordados.

No hay duda de lo que les unía (aparte de la tartamudez, que también supera la cantante australiana Megan Washington en esta interesante charla de Tedx): la perseverancia.

“Si perseveras en tu deseo de aprender a comunicar y a conectar con tus audiencias, acabarás por lograrlo. De verdad, no hay otro camino”. Luis Alberto Iglesias, El Arte de Pensar.

Superar el miedo

“En general, detecto mucho miedo y poco peligro. No hay peligro suficiente para tanto miedo como tenemos”. Es un micropoema de Ajo que suelo tener muy presente.

El miedo nos paraliza y, cuando estamos delante de un público, es inevitable sentirlo. “¿Me escucharán? ¿Me juzgarán? ¿Me aplaudirán o, por el contrario, se aburrirán con lo que tengo que contarles?”

Hay dos movimientos que puedes efectuar cuando crees que hay un abismo: dar un paso atrás o saltar. Si saltas, puede que descubras algo más: el éxito o, al menos, la satisfacción de haberlo intentado.

¿Pastilla roja o pastilla azul? La decisión siempre es tuya :)

“Asumir que tenemos miedo” es el primer paso. El segundo: superarlo. Según algunas fuentes hay un método infalible: recurrir al humor.

#AskTheExperts

En este artículo, damos voz a cuatro personas que suelen subirse al escenario para hablar de negocios, marketing, transformación digital, redes sociales o social intelligence.

Pero, en realidad, hacen algo más que abordar estos temas: cuentan sus experiencias, divierten a los asistentes, hacen preguntas para que sus intervenciones no sean simples monólogos y, sobre todo, disfrutan de lo que hacen.

¿Lo mejor? Que hay coincidencias entre ellos, pero también diferentes opiniones.

1.Despacio, más despacio. La mayor parte de gente que se enfrenta al reto de hablar en público suele querer terminar antes de haber empezado. O dicho de otro modo, su discurso es atropellado porque no hay pausas ni la entonación es la adecuada. Y la audiencia pierde interés. Cuida tu entonación, resalta las palabras más importantes y, sobre todo, haz pausas. Tu silencio es tan importante como tu voz.

2.No improvises. La única manera de improvisar de verdad es haber preparado y ensayado meticulosamente tu discurso. Si no tienes un guion escrito que ayude a ordenar tus ideas, se las transmitirás desordenadas a la audiencia. Improvisar sólo añadirá más desconcierto.

3.El final debe ser la parte más memorable. El cierre de cualquier discurso es lo que más impacta en la audiencia, así que controlar ese momento es clave para dejar una magnífica impresión. Ya sea un resumen o una llamada a la acción, el final ha de trabajarse tanto o más que el resto de la presentación.

1. No sigas el guion al pie de la letra. Utiliza algunas tarjetas para resumir unos puntos claves que quieras comentar en cada diapositiva pero no leas todo directamente.

2. Frena de vez en cuando y habla despacio. Así volverás a captar la atención del público y evitarás utilizar palabras vacías con las que no estás diciendo nada.

3. Date un paseo antes de salir al escenario y piensa en tu presentación. Luego, sé consciente de tus movimientos y no camines demasiado sobre la tarima.

1. Prepárate bien la ponencia, prueba la presentación y el sonido antes de que empiece el evento y, aunque hayas enviado una copia a la organización, súbela a la nube o lleva copia en un pendrive.

2. Días antes piensa cómo te vas a vestir, corrige tus posturas (si es la primera vez grábate en casa), evita las muletillas cuando expongas y ten ocupadas las manos con un mando, un puntero o simplemente con un bolígrafo.

3. Mira siempre a los ojos de tu audiencia y no te centres solo en un lado de la sala. Procura sonreír y cuida el tono. Haz ejercicios de respiración y relajación antes de empezar y, sobre todo, no tomes medicamentos relajantes porque tu lengua será de trapo.

1. Si me pongo nervioso, encuentro un lugar tranquilo y me vuelvo físicamente lo más pequeño posible (agachándome hasta convertirme en una pelota). Luego, me hago hago grande (exploto en forma de estrella) y, en serio, ¡funciona!

2. No leas las diapositivas. La mayoría de mis presentaciones incluyen muy pocas palabras. Solo imágenes, gráficos impactantes o gifs que apoyen lo que estoy diciendo.

3. Aprende de los mejores (Obama es una de mis fuentes de inspiración), no seas alguien distinto sobre el escenario (o la gente lo notará) y, sobre todo, pide feedback. Es la única forma de mejorar.

Hay una cosa de la que no nos podemos olvidar. Para transmitir un mensaje que llegue a las personas que van a escucharnos debemos saber con antelación quiénes son esas personas. Conoce a tu audiencia y la empatía va a fluir por sí sola.

Si lo deseas, puedes probar Brandwatch Audiences a continuación: