Hace unos meses una compañera del trabajo compartió conmigo una frase que su madre compartió con ella y ahora, para darle inicio a este post, yo la compartiré contigo:

“Los libros, las mentes y los paraguas solo sirven si se abren.”

Te invito a mantener tu mente abierta durante esta breve lectura donde practicarás un ejercicio sencillo, para el cual no necesitarás absolutamente nada más que tu atención.

¿Cuántas veces has sentido alguno de los siguientes síntomas en tu oficina?:

  • Mal humor
  • Dolor de espalda
  • Tensión en los hombros
  • Hambre
  • Ansiedad
  • Agotamiento
  • Falta de concentración
  • Sueño
  • Presión en los glúteos
  • Aburrimiento

Si no te sientes identificadx con ninguna de las alternativas… por favor escríbeme un email ya y cuéntame tu secreto. De resto, sigue leyendo que te tengo una recomendación para cómo sentirnos mejor.

Todos queremos sentirnos bien, está en nuestra naturaleza y todos lo buscamos de alguna manera. Para lograrlo, generalmente – a menos que te hayas ganado la lotería y puedas pasar ocho horas al día relajadx en una hamaca – hay que trabajar.

Bien sea nadando con delfines en Disney World, maquillando cadáveres en una morgue, tomando muestras geológicas en algún lugar recóndito del planeta o simplemente tecleando en una computadora como lo hago yo en este preciso momento. Todos tenemos que trabajar.

Son ocho horas al día que pasamos repitiendo las mismas acciones, de las cuales la gran mayoría son compartidas con otros seres humanos.

Ocho horas que pasamos bajo presión, puesto que estamos fuera de nuestro hogar, haciendo llamadas, corriendo pacá’ y pallá’, vendiendo, leyendo, comiendo, escuchando, que el celular, que el email, que la jefa, que me dijeron, que no me dijeron… ¿Te suena?

Pues, es nuestra realidad, sin contar la magnitud de cosas que cargamos en la cabeza sobre lo que hicimos ayer, lo que tenemos que hacer hoy y lo que vamos a hacer mañana; y a eso, súmale el diluvio de información que nos entra por los oídos a diario y el sin fin de información que sube y baja por la pantalla de nuestros celulares.

El pobre dedo pulgar ya casi que no responde cuando te preguntan ‘Epa, ¿cómo estás?’ y sólo quieres responder con un 👍🏼 – a pesar del letargo inevitable.

¿Cómo te sientes?

Te pregunto: en este momento, ¿cómo te sientes? Tómate unos segundos para pensarlo.

Ahora… respira profuuuuundamente por la nariz hasta llegar al tope… y, separa tus labios y deja que todo el aire se escape.

Repítelo dos veces más… inhala por la nariz hasta arriiiiiiiiba y exhala por la boca, laaaaaaargo.

Una vez más, inhaaaaaaala… exhaaaaaala.

¿Cómo te sientes ahora?

Es algo muy sencillo, pero que ni se nos ocurre practicar, sobre todo cuando estamos trabajando. Ni modo, con tantas cosas que tenemos en la cabeza… qué va… eso hay que dejarlo para la clase de yoga, o para cuando lleguemos muertos a casa y nos tiramos en la cama, ¿no?

Agregaría una lista de estadísticas aquí, pero no te quiero aburrir.  Te quiero dejar con una sola recomendación que garantizo te ayudará a navegar las experiencias dentro de tu oficina, pero además te será útil más allá de ellas.

Tu respiración

La herramienta más valiosa que existe para tu beneficio, ¡que ya posees! No tienes que salir a comprar nada, ni suscribirte a un gimnasio, ni descargarte un App. Simplemente tienes que quitarte del medio y dejar que ella haga parte del trabajo.

Préstale atención a tu respiración. ¿Dónde sucede? ¿Dónde la sientes? ¿Puede ser en la barriga, o alrededor de los hombros, o el pecho? Tal vez esté sucediendo súper rápido, pero tal vez ni la sientas. No pasa nada. A continuación, te voy a guiar por un ejercicio muy breve que puedes hacer donde quiera que estés sin importar quien esté a tu lado y por supuesto, repetirlo cuantas veces quieras.

Trae tu atención hacia el centro de tu cuerpo, tu abdomen. Empieza a moverlo, junto con tus caderas, hacia un lado y hacia el otro con movimientos muy pequeños. Hacia la derecha y hacia la izquierda. Dejando que el resto del cuerpo se mueva acorde a lo que está haciendo tu centro. Si te mueves hacia la izquierda, probablemente algo suceda con tu pierna y brazo derecho y viceversa. Si estás sentado parecerá que estás acomodando tu posición sobre la silla y si estás parado parecerá que estás marchando muy despacio. Sigue con esto un par de veces y nota cómo te sientes. Buscando tu centro otra vez, deja de moverte y relaja todo el cuerpo lo más que puedas. Ponte cómodx. Que los hombros caigan sin buscar mantener ninguna postura, que los deditos de tus pies y de tus manos se relajen y que simplemente puedas estar aquí, sin nada que hacer. Dejar que tu cuerpo esté tan suave, que… verás lo que sucede.

Toma aire por la nariz, hasta arriiiiiba. Separa tus labios y exhala laaaargo.

Dos veces más. Inhala y deja que el aire mueva tu cuerpo, porque tú no estás haciendo nada… exhala y nota como el cuerpo baja.

Última vez, inhala y nota como el pecho sube, persiguiendo la respiración… y exhala, el cuerpo se relaja, los hombros bajan suavemente.

Continúa respirando naturalmente.

Esta es tu respiración sacándote de un lugar y llevándote hacia otro.

La Primera Ley de Newton nos dice que para que un cuerpo altere su movimiento es necesario que exista algo que provoque dicho cambio.

Tu respiración es ese algo. Por ejemplo, digamos que para levantarte de una silla necesitarías tu propia fuerza para moverte de energía 0 a energía 10.

Ahora, si antes de aplicar tu propia fuerza respiras profundo, tu cuerpo comenzará a moverse como resultado de esa respiración y estarás entonces en energía 5 (nada científico aquí, sólo un ejemplo).

Se te hará más fácil llegar a energía 10 desde energía 5, que de 0 – como si tu respiración es un carro que ya arrancó y tu aprovechas ese viaje.

Es decir, que tu respiración te ayudará a realizar cosas más complejas o difíciles, gastando menos energía.

Esto es lo único que necesitas para mejorar tu relación contigo mismo, con tu entorno y con quienes te rodean.

Tu respiración no sólo te ayudará a conservar energía, sino que también te permitirá conectar más con el presente y con cómo te sientes.

Porque verás que, al estar más presente, podrás cuidar de todo lo demás con mucha más facilidad.

A su vez, mejorar tu relación con la respiración tiene en sí sus propios beneficios físicos, que como consecuencia tienen sus propias repercusiones positivas.

Entonces, la próxima vez que tengas que levantarte de tu asiento, relaja el cuerpo, toma aire por la nariz y deja que ese aire te impulse.

  • Al levantarte por la mañana, toma aire primero.
  • Toma aire antes de darle los buenos días a alguien.
  • Toma aire cuando leas un email que te caiga pesado.
  • Toma aire cuando te esté dando sueño en la oficina.
  • Toma aire cuando estés entrando a una reunión, o discutiendo con tu jefx.
  • Toma aire mientras caminas de tu escritorio al baño. Mientras te preparas un café.

Primero toma aire.

Verás cómo, poco a poco, también comenzarás a tomar control de cómo te sientes.

Así que, si te sientes mal, toma aire y siéntate bien 😜… porque hasta algo tan simple como eso se te hará más fácil, conservarás tu energía y podrás ayudar a otros a sentirse mejor también.

Si quieres saber más: Guía de yoga y meditación (@mnemotecnia)